
El rechazo de las tradiciones convencionalmente figurativas caracteriza toda la pintura del siglo XX, desde la voluntad constructiva de los cubistas hasta las violentas arbitrariedades cromáticas de los fauves, las distorciones formales de los expresionistas del El Puente y el simultaneismo dinámico de los futuristas. Pero sólo los pintores abstractos se apartan definitivamente del objeto concreto y material. La realidad física es juzgada por ellos como un obstáculo.
La idea es prescindir de todos los elementos figurativos o ilustrativos que consideren extraños a la expresión de su sensibilidad y de sus ideas, llevando en cambio al máximo la fuerza expresiva de formas y colores sin relación con la realidad objetiva. No pretenden representar algún aspecto real del mundo-un interior, un paisaje, una naturaleza muerta o figuras-sino que quiere espresar la profunda "necesidad interior que anida en su fantasía (tal es el caso de Kandinsky) o bien traducir (como lo hace Mondrian) el orden interno, racional y estructural, que deduce de la realidad exterior.
"En la pintura-escribión Kandinsky-,una mancha redonda puede ser más significativa que una figura humana".